Archive for the 'Justicia Militar' Category

16
Oct
10

Se acabó la huelga de hambre, pero no el conflicto

Terminada la huelga de hambre de los prisioneros políticos mapuche, sería ingenuo pensar que se acabó el conflicto mapuche. Por esta razón, quiero presentar dos textos, el primero de Gabriel Salazar, donde reflexiona sobre el concepto de etnia en la historia de Chile; el segundo de Alfredo Jocelyn-Holt, escrito el año 2008 para Revista Qué Pasa, donde reflexiona sobre las posibles salidas a este ya largo conflicto.

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Rol Histórico de las Etnias

en Chile (1)

 

Etnia, Nación y Estado

En chile existen comunidades cuya lengua, religión, valores e historia difieren del resto de la población. Desde hace siglos ocupan (y se identifican) con el mismo territorio. Se les conoce con el nombre de etnias indígenas: Aymara, mapuche, qawascar, yámana, quechua, coya, atacameños y rapa nui.

Culturalmente, los miembros de una etnia se perciben distintos y así son percibidos por los demás. Tienen conciencias de pertenecer a una comunidad cuya cultura nutre una suerte de “honor colectivo” que está por encima de consideraciones de clase, puesto que de él participa cualquier miembro del grupo étnico, al margen de su posición social (2)

El estado chileno reconoce la existencia de etnias pero no de pueblos indígenas. Hablar de pueblo equivaldría, en su opinión, a reconocer la existencia de varias naciones al interior de un mismo territorio, por lo cual atentaría contra la visión clásica de una sola nación y un solo Estado.

Como contrapartida, las organizaciones indígenas y los defensores de los derechos indígenas, plantean que las etnias si constituyen pueblos, por historia, identidad étnica, religiosa, lingüística y territorial. Si todos los pueblos tienen una identidad básica de derechos, las etnias indígenas pueden aspirar, legítimamente, a la autodeterminación.

La visión que esta última perspectiva de análisis tiene de la relación ente cultura indígena y Estado-nación, es profundamente crítica. Se habla de colonialismo interno para dar cuenta de la existencia de pueblos, dentro del Estado, económicamente explotados y culturalmente reprimidos.

Lo anterior se ampararía en el “valor supremo” de la unidad nacional. Históricamente los estados han privilegiado la vinculación del poder político con una sola nación o etnia, negando la existencia de otras comunidades culturales en su territorio o promoviendo su rápida asimilación.

Sin embargo, pese a siglos de discriminación etnocida y también genocida, las culturas indígenas no han desaparecido. En el último censo (1992), más de un millón de personas señaló sentirse identificado con alguna de las etnias indígenas que pueblan el territorio, principalmente la mapuche (3).

Mal que les pese a muchos, las etnias indígenas existen. Este hecho obliga a repensarnos como nación y como Estado para abrirnos a una realidad que no puede seguir desconociéndose: que en Chile conviven diversos pueblos. El reconocimiento es fundamental para valorar el aporte de las culturas originarias y avanzar hacia políticas de Estado que aseguren el respeto y la sobrevivencia de las comunidades indígenas.

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ARAUCO INDOMITO: «A LO ÚNICO QUE CONDUCE

COMBATIR AL MAPUCHE ES QUE ÉSTE RESPONDA COMBATIENDO»(4)

Por Alfredo Jocelyn-Holt.

Exigir madurez política a un pueblo al que, por cien años, se le ha dominado con criterios paternalistas, no puede ser, pues, más insensato. Este último descargo, por cierto, no justifica el recurso a la violencia. Si algo hemos sacado en limpio de nuestra larga y entrampada historia con los mapuches es que ésta no resuelve nada. A lo único que conduce combatir al mapuche es que éste responda combatiendo, y en este plano, me temo, son formidables.

 

La batalla cultural

Entre tanta alarma que, con o sin razón, rodea el conflicto mapuche hay un aspecto que merece destacarse como positivo. Solemos pasarlo por alto. Me refiero al lento -casi imperceptible- cambio produci­do últimamente en nuestras conciencias respecto a la tenacidad de este pueblo, su vigor y legítima demanda de que se le tome en cuenta.

Recordemos cómo décadas atrás había que poco menos que viajar a «otro país» para encontrarnos con una de esas mujeres altivas, monumentos sobrevivientes de su raza, alhajadas con delica­dos ornamentos de plata, tamboreando su cultrún. Hoy por hoy, es cosa de caminar por nuestros paseos peatonales santiaguinos para escucharlas. Digo bien -«escu­charlas», «oírlas»- porque como constará a cualquiera que se ha topado con alguna de ellas, no están allí para que se las foto­grafíe en tanto especímenes exóticos, turístico-culturales.

Fotografías de ellas, de hecho, existen muchas y de muy excepcional calidad. Algunas de colores vivísimos, muy actuales; otras, más viejas o sepias, seguramente retratos de sus abuelas. Circulan por doquier: en postales, en publicaciones de arte magníficamente editadas, como también en estudios antropológicos o históri­cos, cada vez más serios. En las librerías suelen destacárseles; es cuestión de fijarse en los mesones de entrada.

Décadas atrás, recordemos también, hablábamos de «araucanos»; hoy en día, por respeto a como ellos mismos se autodenominan, les decimos «mapuches». El giro es significativo. Tanto como la desaparición de esas largas listas de «cambio de apellidos» (la mayoría ancestrales, sustituidos por nombres comunes y corrientes chilenos o españoles) a las que todavía en los años 70 y 80 los periódicos solían recurrir a fin de rellenar sus insulsas páginas. Lo mismo cabría decirse de palabras como «rehue», «machitún», «winka» o «marichiweu». Términos que, junto con exigirnos un mayor conocimiento, nos abren a una apreciación enteramente novedosa del mundo en el que queremos seguir viviendo. ¿A quién, hoy en día, se le ocurriría pensar, por ejemplo, que un canelo o una araucaria son árboles cualquiera, o que un «bosque nativo» es lo mismo que una «plantación forestal»?

Pequeños detalles, giros verbales, que estarían dando cuenta de un trascendental cambio de sensibilidad entre nosotros. En efecto, en el último tiempo nos hemos vuelto más atentos y tolerantes para con «el otro», el distinto, por lo que nos puede aportar en sabiduría. De hecho, no pudiéndolos vencer ninguneándolos, extinguiéndolos, o, en el mejor de los casos, mitificándolos (Ercilla mejor que nadie), confesemos hidalgamente ésta, nuestra última derrota frente al mapuche: la cultural. Triunfo que, en ningún caso, nos aminora. Por el contrario, nos ennoblece no haber podido imponernos enteramente. De ahí que, a cambio, hayamos crecido en humanidad, amplitud de criterio y espesor cultural.


La batalla política

Si en el ámbito cultural hemos debido reconocer la validez y tenacidad del mapuche sin por ello tener que lamentar nuestra reciente toma de conciencia al respecto, ¿por qué no se vislumbra lo mismo en el plano político?

El asunto, en esta otra dimensión, es más complejo. El mundo mapuche no manifiesta la misma cohesión a la hora de organizarse políticamente. Son fáciles de dividir. Militancias partidistas, cuadros disciplinados, formación ideológica, les son tan ajenos como lo fueron para nosotros al inicio de la República, con la particulari­dad, en su caso, de que se trata de una sociedad todavía ágrafa, muy pobre, y sin afanes colectivos totalizadores. A lo sumo puede aspirar a representar sus propias demandas, pero ni el peso de su población no insignificante (casi 800 mil habitantes) aunque dispersa (500 mil mapuches viven en Santiago), ni la falta de liderazgos comunes, le permiten superar su calidad de minoría electoral mucho menos potente que su significación social real.

No obstante esta debilidad, tradicional­mente crónica, no son inmunes a influen­cias y aprovechamientos políticos externos. De ahí que se les haya vuelto, en distintos momentos, o más pasivos o más radicalizados, sin que ello les haya reportado avance alguno en tanto pueblo tradicionalmente oprimido y discriminado. La desconfianza del mapuche no es tan sólo con un Estado que, a fines del siglo XIX, los invade y somete, despoja y reparte sus tierras. Es, también, con las leyes, instituciones y lógicas civiles y políticas que, lejos de integrarlos y asistirlos, han tendido a mantenerlos en un estadio de infantilismo político agudo. Exigir madurez política a un pueblo al que, por cien años, se le ha dominado con criterios paternalistas, no puede ser, pues, más insensato.

Este último descargo, por cierto, no justifica el recurso a la violencia. Si algo hemos sacado en limpio de nuestra larga y entrampada historia con los mapuches es que ésta no resuelve nada. A lo único que conduce combatir al mapuche es que éste responda combatiendo, y en este plano, me temo, son formidables. Ni ellos ni nosotros nos hemos impuesto bélicamente en casi cinco siglos. Militarizar el conflicto, por tanto, sólo nos lleva a tener que repetirlo todo de nuevo.

¿Se ha llegado a ese punto? Lamentablemente, los dos extremos en este conflicto así lo plantean al resto del país y del mundo. A falta de una mayor información capaz de presentarnos un panorama más complejo que lo que aparece en pantalla, nos quedamos con la imagen de que, efectivamente, Arauco sería una zona de ocupación y que sus pobladores o son terroristas o, al menos, son encubridores y agitadores. A su vez, enfrentamientos, ataques a propiedades, enormes despliegues y operativos armados, huelgas de hambre, muertes y atentados -estos últimos en menos de una semana-, se encargan de reforzar, no con poco éxito, esta perniciosa imagen.


La batalla territorial

Confrontación la hay y con seguridad la seguirá habiendo. La hay cuando se invocan derechos ancestrales pasados a llevar, cuando se reclaman abusos históricos más recientes (usurpaciones de títulos de propiedades indígenas), cuando se oponen diferentes concepciones de progreso y de derecho, cuando se confrontan grandes intereses económicos por un lado, y pequeñas comunidades rurales por el otro.

Méritos no faltan a uno y otro lado del conflicto. Y todos, no nos confundamos al respecto, nos remiten a la zona en contienda. Como su mismo nombre lo da a entender, un pueblo mapuche sin tierra está condenado a desaparecer. Por eso que es tan imperativo encontrar, a mediano plazo, no tanto una solución definitiva, todavía prematura, como los mecanismos y espacios que harían posibles futuros entendimientos.

Esa y no otra es la deuda pendiente no sólo con este pueblo sino con nosotros mismos, puesto que lo que en esta zona ocurre -lo sabemos de sobra- invariablemente amenaza con desestabilizar al resto del territorio. Mecanismos en este orden de cosas, de hecho, han existido en el pasado y han mostrado su efectividad. Bajo dominio español, y vaya que nuestros antepasados lo aprendieron después de siglos de  contienda, se intentaron dos estrategias que, a la postre, fueron acogidas por el otro lado del litigio. La principal era dejarlos tranquilos, respetar su dignidad y autonomía, replegándose de la zona cuando no se la pudo someter manu militari. La otra era parlamentar o, lo que es lo mismo, oírlos y negociar cuantas veces fuera necesario. Si en su momento estas dos vías funcionaron relativamente bien, mucho mejor que lo de ahora, ¿por qué no trabajar en esta línea? De lo contrario, se ahondará en la espiral creciente de violencia y no habrá retorno posible por largo tiempo. Y, tiempo, conste, es lo que mejor maneja este pueblo. Su sobrevivencia varias veces centenaria los apoya y los cambios en la sensibilidad cultural mundial tienden últimamente a favorecerlos. Al final, lo único que nos une con el pueblo mapuche es la paz. Por eso pretender conseguirla sin respeto al otro y sin reconocimiento de su autonomía es falaz.

 

Notas.

1.- Gabriel Salazar y Julio Pinto. “Historia Contemporánea de Chile II: actores, identidad y movimiento”. Edit LOM. 1999, p. 137.

2.- J. Bengoa. “Los derechos de los Pueblos Indígenas: El debate acera de de la declaración internacional” en Liwen n° 4. Centro de Estudios y documentación Mapuche Liwen, Temuco, 1997, p. 214.

3.- de acuerdo a los datos aportados por el último censo de población (1992) y la comisión Nacional de Pueblos Indígenas, este es el total de población indígena según etnia:

Mapuche       928.060.

Aymara            48.447.

Rapa nui          21.848.

Atacameña      10.000.

Qawasqar             101.

Qaghan                   64.

4.- Revista Qué Pasa –  Profesor Alfredo Jocelyn Holt – 11-01-08.

25
Sep
10

La gente consume por que le ofrecen créditos

El canal de noticias 24 Horas Cable, a raíz del evento presidencial que juntó las estatuas de José Miguel Carrera y Bernardo O’Higgins como un símbolo de unidad nacional, invitó al premio nacional de historia 2006, Gabriel Salazar, para analizar esta medida, y además, darle una vuelta a estos doscientos años de historia republicana. La entrevista, fue realizada por los periodistas Mónica Rrincón y Davor Juranovic que, un poco incómodos, vierón como el académico desmitificaba algunos de los grandes hitos de la historia de Chile. La entrevista dura casi 20 minutos, y se puede descargar desde aquí:

http://www.24horas.cl/videos.aspx?id=87206&tipo=410

11
Sep
10

Declaración de Cientistas Sociales en relación a la huelga de hambre de 34 presos mapuche

Al igual que los historiadores chilenos, un grupo de de Cientistas Sociales de cuatro universidades del sur de Chile han entregado una declaración pública en apoyo a las demandas de la nación mapuche, at portas de la celebración del bicentenario. En Chile, la llamada intelligentsia criolla está empezando a marcar  distancias con el discurso oficial que transmiten los grandes medios de comunicación de masas que, en forma reiterada, manejan una agenda informativa particularmente sesgada e interesada. Esta actitud, reveladora de un país que empieza a cuestionarse y a disentir con las armas de la razón le hace muy bien a la sociedad; ahora bien, la actitud de los cientistas  sociales debiera servir de guía a otras áreas del acontecer académico del país, como los abogados, cientistas políticos de las Universidades de Santiago.

A continuación, se reproduce en forma extensa la declaración:

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Declaración de Cientistas Sociales en relación a la

huelga de hambre de 34 presos mapuche

A las comunidades regionales, a la sociedad chilena, al gobierno, al Estado y a los pueblos indígenas:

Los  cientistas sociales y académicos de la educación superior de cuatro universidades del sur de Chile, abajo firmantes, deseamos expresar nuestra opinión por la situación que atraviesan desde hace más de 50 días 34 presos mapuche en huelga de hambre en las cárceles de Concepción, Temuco, Angol, Lebu, Valdivia y Chol Chol.

Estamos convencidos que la situación actual del pueblo mapuche y sus demandas son ecos de una situación de injusticias históricas, así como a la reiterada falta de comprensión intercultural y a la lógica de negación del que ha sido objeto por parte del Estado, de la sociedad chilena y de sus instituciones. Todas las investigaciones que los cientistas sociales llevamos adelante en la macrorregión sur permiten demostrar el modo concreto en que se han llevado adelante estos procesos de negación y subordinación del pueblo mapuche a través de una larga historia de desencuentros.

Asimismo, esta situación sociohistórica se torna mucho más compleja en la medida que el modelo económico predominante no se ajusta o es contrario a las dinámicas específicas de las comunidades indígenas, obligándolas a vivir de un modo marginal y en situación de pobreza estructural, o en su defecto a buscar en la migración la solución particular a esta situación de pobreza endémica. Con esto la sociedad global pierde la oportunidad de que parte de sus habitantes contribuyan al desarrollo democrático y justo de este país.

Desde hace algunas décadas, asistimos en estas regiones a un proceso de creciente organización de las comunidades mapuche, lo que permite avizorar nuevos modos de liderazgo y participación política que son esenciales para una superación de la situación de pobreza, así como acontece entre todos los pueblos indígenas de América Latina, y tal como lo reconocen la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT, ambos instrumentos suscritos por el Estado Chileno.

Distintas instancias internacionales y nacionales, como la Relatoría de Naciones Unidas sobre Derechos y Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y sus órganos de tratados y el recién creado Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile,  han planteado la necesidad que el Estado chileno reconozca y respete los legítimos derechos de los pueblos indígenas en Chile, así como la necesidad de no criminalizar la protesta social mapuche, como lo demandó el Relator Especial de Naciones Unidas Rodolfo Stavenhagen tras su visita del año 2003.

Por lo mismo, una situación histórica tan compleja como la vivida en estas regiones, en sus dimensiones económicas, políticas y culturales, no puede intentar resolverse por medio del uso de instrumentos jurídicos, como la ley antiterrorista, que no son adecuadas ni para la sociedad chilena ni para las movilizaciones y demandas de los pueblos indígenas.
Consideramos que es tiempo de avanzar hacia un Estado profundamente democrático que al celebrar sus 200 años de vida republicana se reconozca como un país multicultural. Y en este sentido reconocer los derechos de los pueblos indígenas sobre sus tierras y territorios ancestrales, en particular sus demandas de participación política, consulta y autonomía cultural y económica como otros países democráticos lo han asumido. En este sentido, la estructura jurídica nacional necesita avanzar en los lineamientos propios de una «política del reconocimiento», que busque fortalecer los derechos universales y diferenciados de las personas y comunidades.

Reafirmamos que los pueblos indígenas de Chile, y los mapuche en particular, sean reconocidos en su aspiración a vivir en una país multiétnico, exentos de discriminación y exclusión, donde se les reconozcan sus derechos específicos, su historia y conocimientos ancestrales, sus formas de vida y sus proyectos políticos, económicos y sociales.

Como académicos sostenemos que en este Chile del Bicentenario es fundamental que la sociedad y el Estado chileno se abra al reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas porque sólo de esta manera lograremos construir una sociedad chilena efectivamente democrática, basada en la diversidad y donde la diferencia sea un valor y no un estigma negativo muchas veces basado en la discriminación.

Hacemos un llamado urgente a las autoridades, a los poderes del Estado, a los pueblos indígenas y a todas las instituciones y organizaciones civiles para que agoten todas las alternativas posibles que lleven esta situación tan extrema a buen término. Convocamos a los distintos actores a sumarse a una mesa de trabajo con el fin de encontrar puntos de acuerdo. Es hora de dialogar, está de por medio el respeto a la vida, la dignidad de las personas y los derechos fundamentales consagrados en la normativa nacional e internacional.

Académico(a)s firmantes
Karen Alfaro Monsalves, historiadora
Paula Alonqueo, psicóloga
Amaya Alvez, abogado
Andrea Aravena, antropóloga
Maya Arnao, antropóloga
Clara Ahumada, antropóloga
Manuel Baeza, sociólogo
Álvaro Bello, antropólogo
Marcelo Berho, antropólogo
Gustavo Blanco, sociólogo
Vilma Bragado, antropóloga
Alejandra Brito, historiadora
Noelia Carrasco, antropóloga
Bernardo Castro, sociólogo
Beatriz Cid, socióloga
Rodrigo Contreras, antropólogo
César Cuevas, biólogo
Fernando Díaz, teólogo
Alejandra Donoso O., antropóloga
Douzet María T., socióloga
Jaime Flores, historiador
Nicolás Gissi, antropólogo
Claudio González, sociólogo
Yanko González, antropólogo
Debbie Guerra, antropóloga
Alejandro Herrera, antropólogo
Fabien Le Bonniec, antropólogo
Alfonso Llancaqueo, profesor
Rosamel Millamán, antropólogo
Roberto Morales, antropólogo
Rodrigo Moulián, antropólogo
Ximena Navarro, arqueóloga
Ricardo Oyarzún, antropólogo
Ana María Oyarce, antropóloga
Blaise Pantel, sociólogo
Jorge Pinto, historiador
Maria Pia Poblete, antropóloga
Andrea Ponce, arqueóloga
Viviana Ramírez, antropóloga
Claudio Robles, historiador
Nabil Rodríguez, antropólogo
Fernando Robles, sociólogo
Jorge Rojas, sociólogo
Andrés Roldan, sociólogo
Gonzalo Saavedra, antropólogo
Ricardo Salas, filósofo
Lucía Saldaña, socióloga
Mario Samaniego, filósofo
Lilian Sanhueza, trabajadora social
Jeanne Simon, cientista  política
Juan Carlos Skewes, antropólogo
Maria Eugenia Solari, antropóloga
Sergio Toro, cientista político
Jorge Troncoso, antropólogo
Alvaro Ugueño, antropólogo
Olga Vásquez, antropóloga
Luis Vivero, trabajador social
Francisco Vega, cientista político
Guillermo Williamson, educador
José Manuel Zavala, antropólogo
Lionel Zúñiga, sociólogo
Académicos nacionales:
Tatiana Araya, antropóloga
Marcelo Ávila Inostroza, sociólogo
María Inés Arribas, arquitecto
Mónica Bahamondes, antropóloga
Miguel A. Barrera Muñoz, profesor y psicólogo
Florencia Barrientos, educadora
Mercedes Barros Saavedra, profesora
Eva Carmona, antropóloga
Patricia Castañeda, educadora
Inés Rossana Ciorino Navarro, trabajadora social
Tatiana Cisternas, educadora
Natalia Cuéllar Díaz, actriz y profesora.
Catalina Chávez Carrasco, psicóloga
José Alberto de la Fuente, profesor y presidente del Sindicato de Trabajadores UCSH.
Alberto Díaz, etnohistoriador
Tatiana Díaz, educadora
Leonora Díaz, educadora
Sofía Druker,  antropóloga

Paulina Fernández Moreno, psicóloga

Ana María Figueroa, educadora
Lorena Fries, abogada.
Antonio García, antropólogo
Marcos García de la Huerta, filósofo
Gladys Geisse  educadora
Wendy Godoy Ormazabal, trabajadora social
Nicolás Gómez Nuñez, sociólogo
Felicia González, educadora
Valeria Herrera,  educadora
Cristina Hurtado, filósofa,
Nolfa Ibáñez, educadora
Mario Lagomarsino Barrientos, sociólogo
Margarita Lira, antropóloga
Francisca Marquez, antropóloga
Oscar Mendoza, antropólogo
Patricia Morales, educadora
Claudio Muñoz, educador
Eugenia Muñoz Piña, economista
Andrea Peroni, socióloga,
Rolando Pinto, educador
Mario Ociel, antropólogo
Ana María Oyarce, antropóloga
Virna Osses Marchant, educadora
Jaime Retamal, filósofo
Gonzalo Reyes, psicólogo
María Angélica Rodríguez Llona, asistente Social
Javier Romero Ocampo, sociólogo y psicólogo
María Soledad Rodríguez, educadora
Pablo Salvat, filósofo
Andrea Seelenfreund, arqueóloga
Rodrigo Sepúlveda, antropólogo
Ignacio Schiappacasse, economista
Angela Soteras, educadora
Ethel Trengove Thiele, profesora
William Thayer, filósofo
Jorge Vergara Estévez, filósofo
Verónica Verdugo Bonvallet, trabajadora social
Paula Vidal Molina, asistente social


Académicos extranjeros:
Ana M. Álvez, Universidad del Comahue
Hermes Benítez, Canadá
Alcira Bonilla, Universidad de Buenos Aires
Carlos Cullen, Universidad de Buenos Aires
Juan Carlos Iglesias, Uruguay
Agustín Lao-Montes, Universidad de Massachussets
Guillermo Mac Lean, Universidad de Costa Rica
Patricia Monsalve, Universidad de Buenos Aires
Héctor Ortiz, UNAM
Carlos Pérez Z.,  Universidad de Rio Cuarto
Enrique Puchet, Universidad de la República
Horacio Riquelme, Universidad de Hamburgo
Rodolfo Stavenhagen, Colegio de México
Fidel Tubino, Pontificia  Universidad Católica de Lima
Sirio López, Universidad de Río Grande

06
Sep
10

“El pobre de hoy es el flaite”

En el último número de Revista Qué Pasa, viene una interesante entrevista al premio nacional de historia 2006 Gabriel Salazar. En ella, el historiador aborda detalles de próximo libro, memorias críticas, donde entrevista a Carlos Altamirano; pero también repasa los principales hechos de la contingencia nacional. Por la importancia de lo tratado, reproducimos íntegramente la entrevista realizada por el periodista Paulo Ramírez.

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Gabriel Salazar es el historiador de izquierda más reconocido por la intelectualidad chilena. Hoy escribe un libro sobre Carlos Altamirano, descree del progresismo criollo y considera que la pobreza -que es su campo de estudio- cambió drásticamente: “Ya no es material, es cívica”.

“El pobre de hoy es el flaite”


Por Paulo Ramírez

Durante los últimos meses, el historiador Gabriel Salazar ha estado metido en un trabajo de enanos, según dice: grabar una serie de conversaciones con Carlos Altamirano para la publicación, en octubre próximo, de unas “memorias críticas” que le ha encargado la editorial Random House. Recibe en una sala de reuniones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, donde dirige el Programa de Doctorado en Historia.
Sirve el café él mismo, en jarros prestados, y alaba el nuevo sabor del Nescafé instantáneo, mientras se echa hacia atrás y espera la primera pregunta con atención y amabilidad. Pese a lo recientes, varios de sus libros ya son clásicos, indispensables para explorar nuestra historia “desde abajo”: Labradores, Peones y Proletarios (1985), Violencia Política Popular en las Grandes Alamedas (1990), Historia Contemporánea de Chile (1999, en colaboración con Julio Pinto), Ser Niño “Huacho” en la Historia de Chile (2006)*, Mercaderes, Empresarios y Capitalistas (2009).

¿Está preparado para la polémica que surgirá con el libro de Altamirano? Cada vez que abre la boca hace mucho ruido… Sobre todo cuando analiza a la UP, el golpe y la renovación de la izquierda…
Altamirano es un intelectual. Así lo descubrí. Es el más intelectual de los políticos chilenos. En relación con la UP, su visión tiene que ver más que nada con la ingenuidad de lanzar un proyecto revolucionario a fondo a través de un Estado que no daba el ancho, y de promover un proceso de ese tipo cuando el mundo se dividía entre Estados Unidos y la Unión Soviética, estando nosotros en el corazón del “patio trasero” de los norteamericanos, que no querían una segunda Cuba. Eso era de una ingenuidad enorme. Dice también que, sabiendo de que eso era así – ingenuo, riesgoso-, no procuramos organizar la defensa de ese proyecto, o sea, fue una revolución desarmada. Y eso, dice él, condujo al desastre.

¿Y qué visión le plantea sobre Salvador Allende?
Altamirano dice que todos, incluido él mismo, procuraron ser leales al programa de la Unidad Popular. Allende también. Pero Allende, en el fondo, quería morir más que organizar la defensa. Más que atacar al enemigo que lo atacaba, él optó por pensar: “Me van a derrotar… ¡pum!, me suicido…”.

¿Como opción desesperada de último momento o esa idea le venía de antes?
Según Altamirano, Allende tenía una concepción fatalista del final del proyecto. Por eso admiraba a Balmaceda. Y cuando apareció la posibilidad del golpe, él se dijo “de La Moneda me sacan con los pies para adelante”. Fue como si en la revolución bolchevique, Lenin se hubiera suicidado en el momento clave.

¿Y cuánto se reconoce Altamirano en lo que más tarde hicieron algunos de sus discípulos en la Concertación?
Dice que él inició la renovación, pero no pensó que la renovación que él propuso se convertiría en un proyecto neoliberal. Porque hoy eso es el Partido Socialista para él: un partido neoliberal. Y eso es traición.

¿Y usted coincide con esa mirada?
En general sí. Es evidente que el PS actual y la DC actual olvidaron los fundamentos sobre los cuales se constituyeron como partidos. El PS con toda la trayectoria del Frente de Trabajadores, la revolución latinoamericana distinta de la moscovita… Y la DC, que surge también con esto de la opción preferencial por los pobres, Jacques Maritain, Juan XXIII, Pacem in Terris, todo un pensamiento humanista cristiano en pro de la justicia social. Todo ese discurso, que caracterizó al primer gobierno de la DC, hoy nadie lo menciona. Ninguno de esos discursos se menciona… hoy son todos neoliberales.

¿Los socialistas se olvidaron de los trabajadores y los democratacristianos se olvidaron de los pobres?
Claro, todos administraron el modelo neoliberal de Pinochet, y en su misma lógica. Y eso explica el descontento de las bases, porque son partidos de cúpulas.

La pobreza hoy

En los 20 años de la Concertación aparecen cifras objetivas que avalan su proyecto. Un ejemplo claro es la reducción de la pobreza. ¿Usted no reconoce esos avances?
Las cifras avalan eso si mantenemos las mismas definiciones de pobreza. La pobreza siempre se definió, en el mundo en que yo crecí, como carencias materiales. Yo vivía en una población obrera, la Manuel Montt, en el barrio Independencia, rodeada por poblaciones callampa y por conventillos. Allá llegaban los pobres a pedir “un pedacito de pan, por el amor de Dios”. Y les dábamos pan duro. Yo eso lo vi, pues. ¿Quiénes eran los niños? “Cabros patipelaos”, o sea, sin zapatos, con los mocos colgando, desarrapados… tú les dabas una camisita y quedaban felices. O mujeres pobres, piñinientas, todas sucias, hediondas, con un saco al hombro donde metían las cosas. Ésa era la pobreza por la cual luchamos y por la cual cantábamos La Internacional y todo eso.

Una pobreza que hoy difícilmente se ve…
Sí, pues. Hoy el pobre tiene una posibilidad que no tuvo en los años 40 y 50: el crédito. Tú ves a cualquier señora y tiene cuatro o cinco tarjetas de crédito de casas comerciales. ¿Cuál es el pobre típico hoy? Ya no es el cabro harapiento y sin zapatos, no es la vieja con el saco pidiendo lechuga: el pobre de hoy es el flaite. Y el flaite, que no estudia, es una especie de vago, tiene blue jeans de marca, zapatillas de marca, polerón de marca, celular, peinado con estilo que necesita de una serie de cuestiones para dejar el pelo parado. Y, por lo tanto, no se siente pobre.

¿Hay que hacer una redefinición completa de la pobreza?
Claro, porque la pobreza es relativa al contexto. Hoy, la pobreza no tiene que ver con esos bienes materiales, y por eso cae en las estadísticas. Hoy no se define por materialidad. Se define, por ejemplo, a partir del endeudamiento. Se mide por la capacidad de responder a una serie de exigencias: si te casas debes pagar por una vivienda, si tienes hijos debes pagar por su educación, si se te enferman tienes que pagar por la salud… y no estás en condiciones con 170 lucas mensuales, ni aunque te endeudes, para mantener una familia. Entonces, no me caso; y si me caso, me separo. La tasa de nupcialidad cayó 68% en los últimos 10 años. Los niños huachos alcanzan hoy el doble de lo que existía en el siglo XIX, que ya era récord mundial: está más alta que en Suecia, que es el país donde hay más cabros huachos. La tasa de divorcios supera a la de matrimonios. El madresolterismo sobrepasa el 30%. En ese contexto, el padre de una familia popular, o no tiene trabajo o tiene puro trabajo temporal. Como no puede mantener a su familia y hay violencia intrafamiliar -¡vamos matando mujeres!-, se separa y termina dedicándose a la droga. Si te fijas la mayor concentración del consumo de drogas no está en el tramo de etario 15 a 20, sino entre 25 y 45, que es la etapa en que el hombre puede trabajar, casarse y tener familia. ¿Cuál es el modelo para el cabro chico? El papá no está, se fue y es un desastre; madre sola, trabaja todo el día. ¿Qué hace el cabro? Se va a la calle, y tenemos enormes cantidades de pandillas juveniles, cabros chicos en la calle y ahí van construyendo su identidad. ¿Y quién es su modelo? El papá no sirve, el profesor está sometido al autoritarismo dictatorial del sostenedor y por lo mismo vale hongo: su modelo es el choro de la población. Porque el choro es audaz, valiente, tiene plata, maneja armas, se agarra a balazos con los pacos, tiene seguidores, le compra camisetas al club del barrio…

Es una descripción desoladora…
¡Pero eso es pobreza! No la llamo pobreza material, porque no es material. El choro tiene harta plata: por la vía del endeudamiento, del tráfico o del delito. Esto es pobreza ciudadana, cívica.

¿Y se puede romper ese círculo?
Es una red muy profunda… Se ve, por ejemplo, en la explosión de saqueos en el sur: cualquier desorden como el que produjo el terremoto provocará saqueos aquí y en la quebrada del ají…

¿No fueron sorpresa para usted?
Para nada. Eso está latente, es obvio. Estos cabros que consiguen recursos por las vías del endeudamiento o el robo están centrando su actividad simbólica en objetos como la electrónica; por eso roban puros aparatos electrónicos. En Concepción, robaron sobre todo artículos electrónicos.

¿El problema tiene que ver con políticas sociales equivocadas?
Tiene que ver con que no estamos leyendo en profundidad lo que está pasando en el mundo y en Chile. Seguimos mirando los grandes parámetros macroeconómicos. Y los vemos todos sanos. ¡Pero veamos los indicadores de desarrollo humano del PNUD! ¡Ahí la cosa cambia! Se ve que existe a nivel de la población chilena una enorme sensación de inseguridad, un malestar interior: no sé si podré asegurar mi salud cuando esté viejo, no sé si podré educar a mis hijos, no sé si puedo estar en mi casa tranquilo sin que me asalten… Pura inseguridad.

El conflicto ya no está en la calle…
¡No pues, está adentro de la casa! Y el régimen, feliz: estamos todos bien, vean las cifras, ¡pero nadie ve el enmierdamiento de las personas por dentro!

Bonita manera de llegar a celebrar el Bicentenario…
O bien celebramos un cumpleaños o bien hacemos un balance de vida. Son dos cosas distintas. Podemos celebrar el cumpleaños 200 de la Independencia, que es probablemente lo que predominará. Pero otra cosa es un balance de lo que hemos hecho o dejado de hacer y que nos tiene con este malestar interior. Esa evaluación no se está haciendo.

¿Cómo ve la efeméride, entonces?
Existirá un contraste muy fuerte entre el pan y circo que hará el gobierno -algo que la Concertación también habría hecho- y este otro pensamiento profundo que va por abajo y que es muy crítico.

¿Quiénes se hacen cargo de esto?
Nadie. Ése es el problema. La Concertación administró exitosamente el régimen de Pinochet, sin cambiarlo. Ni siquiera la Bachelet fue más radical: no hizo ningún cambio de fondo. ¿Qué hizo con los pobres? Les tiró bonos. ¿Y qué son los bonos? ¡Limosna!

Es llamativo que la primera ley que mandó el presidente Piñera al Congreso haya sido el bono marzo…
Y ahora, como gran cosa, alarga el posnatal… ¡Son medidas populistas de parche!

Los mineros de Copiapó

Estas últimas semanas han estado tomadas por el caso de los 33 mineros atrapados en Copiapó. Usted ha estudiado la minería chilena desde el mundo del trabajo. ¿Ve antecedentes históricos en este caso?
En Chile, la minería la desarrollaron los pobres: los buscones, pirquineros. Chile se convirtió en una potencia minera sobre la base de una tecnología pirquinera que era baratísima. La fase extractiva de la minería estuvo en manos de los pobres; el tratamiento lo hacían los capitalistas, como Edwards y todos esos campeones, que tenían fundiciones; y el transporte lo hacían los ingleses. Y los grandes explotados fueron los pirquineros… ¡los reventaron! Ellos asumían el costo del aumento del transporte y de las ganancias de los intermediarios. Esta explotación hacia abajo llevó a que se redujera la seguridad en las minas: pasó en el carbón y también en el cobre y el oro. ¿Esto que pasa hoy en la mina San José? ¡Historia del siglo XIX!

¿Y por qué se ha producido esta atención enorme de parte de la gente y esta dedicación tan intensa de parte del gobierno?
Bueno, está la solidaridad que siempre han tenido las clases populares de manera horizontal. Eso es normal, no me extraña. De parte del gobierno, responde al populismo, propio tanto de los gobiernos de la Concertación como de éste, más exacerbado en este caso. Porque en estricto rigor éste es el gobierno de los empresarios, pero no puede ser sólo el gobierno de los empresarios: tiene que mostrar una cara populista. Piñera no puede gobernar exitosamente con lógica neoliberal, porque el modelo tocó techo. Para mantenerse en el gobierno tiene que ser populista, no tiene otra, porque la mayoría de Chile está con este “malestar interior”. Y como no hay izquierda, el voto popular se puso mutante…

¿Con ese voto ganó Piñera? ¿No era voto de derecha, entonces?
No, pues. Ese voto mutante crece y crece, porque son todos neoliberales.

Usted dice que no hay izquierda, ¿qué pasó con ellos?
El PS, el PPD y la DC son de hecho neoliberales. Incluso en el discurso: no recuerdan para nada su pasado socialistón. Ni se acuerdan de los mapuches, de los pingüinos ni de los subcontratados. El Partido Comunista luchó para estar en el Parlamento. Y ahora lo logró: está ahí. Entró a la misma lógica del Estado pinochetista, igual que la Concertación. ¡Y ahora están planeando hasta un candidato único el 2014! No hay ninguna alternativa…

¿Y Marco Enríquez-Ominami?
Lo escuché mucho en la campaña y me pareció un tipo que no tenía claras sus ideas, que tenía una confusión total. Lo que pasa es que es joven, hijo de Miguel Enríquez, un poco patudo, un poco farandulero… de todo un poco. Encarnó la expectativa del voto mutante, porque la política se expresa a través de la imagen: la imagen de simpatía de la Bachelet, la imagen del cambio de este otro… él era la imagen de la juventud, de la gente nueva, pero ME-O en sí no tiene peso: no sabe dónde está parado.

Qué piensan los cabros

¿Tiene algo de esperanza para Chile?
Para tener esperanza hay que partir de sus bases históricas. En los años 60, las esperanzas que uno tenía las agarraba de las teorías, de las ideologías, del Che Guevara, de la Unión Soviética, del Partido Comunista, del MIR, de Miguel Enríquez, de Juan XXIII… Hoy no estamos en condiciones de construir esperanza a partir de nada de eso. La única posibilidad es lo que veo entre mis propios alumnos: que los cabros se piensen a sí mismos sobre bases enteramente distintas y construyan sobre esas bases una expectativa de futuro que no pasa por tomarse el poder -este poder-, sino por construir sociedad, por construir cultura, por construir poder localmente. Ahí establecen bases de solidaridad, identidad, creatividad… rock de nuevo tipo, rap de nuevo tipo… todo de nuevo tipo.

¿Y le ve viabilidad a un proyecto así?
La pregunta es: ¿se le debe exigir a esta realidad nueva viabilidad?

La sola pregunta es ilegítima, entonces…
Sí, no tiene validez, porque no son proyectos que se planteen objetivos a largo plazo: son proyectos que buscan construir aquí y ahora. Si llegan a conquistar o a construir el Estado será por su expansión natural, no tienen apuro.

Si entran en la lógica de los partidos tradicionales fracasarán, dice usted…
No lo quieren simplemente: por eso hay 4 millones de cabros que no están inscritos. No están ni ahí con eso. Y si votan les da lo mismo, porque el voto no los identifica, no tiene importancia. El tipo de política que realizan es distinto: es política de red, de asamblea -como los pingüinos-, sin dirigentes, sólo con voceros. Y ahora en los colegios les prohíben las asambleas, así que ¿qué hacen los cabros? Sacan el celular, arman el blog y se comunican. No es la cultura de la toma ni de la revolución, ni siquiera la utopía: es puro pragmatismo.

* Hago la corrección, el periodista se equivoca en el año de publicación de este libro. El ensayo se publicó el año 1990 en Proposiciones: “Chile Historia y Bajo Pueblo”. N° 19, 55-83. Ediciones SUR. El año 2006, lo reeditó Editorial LOM.

01
Sep
10

TERCERA DECLARACIÓN PÚBLICA DE HISTORIADORES EN APOYO AL PUEBLO MAPUCHE

Como en otras dos oportunidades, un grupo de historiadores tanto chilenos como extranjeros, hacen un llamado de atención al Estado de Chile sobre la situación a la que se ve enfrentado el pueblo mapuche. Convocando además a historiadores, profesores de Historia y estudiantes de Historia, a manifestarse públicamente, el próximo martes 7 de septiembre, a las 12.00 horas en el frontis del Archivo Histórico Nacional.

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TERCERA DECLARACIÓN PÚBLICA DE HISTORIADORES

EN APOYO AL PUEBLO MAPUCHE

Los historiadores e historiadoras que suscribimos esta declaración nos vemos, una vez más, en la obligación moral de denunciar la sistemática política represiva que el Estado de Chile despliega en contra del pueblo mapuche. Las comunidades mapuche que han levantado como principales demandas la restitución de sus tierras ancestrales, el respeto a su condición de nación y el reconocimiento a su autonomía política, enfrentan hoy día una triple ofensiva represiva.

En primer lugar, policial. El territorio de la Araucanía continúa fuertemente militarizado, las comunidades son allanadas periódicamente y en la mayoría de las circunstancias sus habitantes son objeto de golpes, insultos y acciones de amedrentamiento. Los comuneros han denunciado, incluso, que sus viviendas son destruidas y sus alimentos y enseres son arrojados al piso. El trato que la policía brinda a mujeres, ancianos y niños es vejatorio y humillante. El despliegue policial, además, se caracteriza por el uso abusivo de un sofisticado arsenal, que incluye, helicópteros artillados, vehículos blindados, armamento automático y gases tóxicos.

En segundo lugar, los mapuche son objeto de una cuidadosamente orquestada ofensiva judicial. El Estado de Chile, a contrapelo de todos los tratados internacionales que ha suscrito, niega la existencia de un conflicto político en la Araucanía. En consecuencia, recurre a la legislación que dictara de manera espuria la dictadura militar (Ley 18.314 sobre conductas terroristas), para judicializar tanto las reivindicaciones como las movilizaciones del pueblo mapuche. Cabe señalar que 32 presos políticos mapuche se encuentran en huelga de hambre, en diferentes penales del sur del país, desde el 12 de julio de 2010. Este movimiento denuncia una serie de abusos e irregularidades de los cuales son objeto, entre las cuales destacan: torturas y vejámenes a los detenidos, montaje mañoso e ilegítimo de “pruebas” incriminatorias, uso de testigos encubiertos, doble procesamiento (tanto en tribunales de garantía como en tribunales militares) y solicitud por parte de las fiscalías de la aplicación de penas desmedidas en relación con los delitos que se les imputan. En el caso de Héctor Llaitul Carrillanca la Fiscalía de Cañete ha solicitado más 103 años de cárcel para el inculpado (sin contar los que está pidiendo la Justicia Militar). Cabe consignar que recientemente el cabo de carabineros Walter Rodríguez, responsable del asesinato del weichafe Matías Catrileo, en la zona de Vilcún en enero de 2008, fue condenado por la Corte Marcial a 3 años y un día de prisión. No obstante, este mismo tribunal dispuso concederle al asesino el beneficio de la libertad vigilada. Irregularidades y discriminación son la constante en los proceso que se siguen contra los mapuche encarcelados.

Por último, las comunidades mapuche enfrentan una ofensiva mediática. La mayoría de los grandes medios de comunicación del país, controlados por los mismos grupos económicos que depredan los recursos de la zona sur, no sólo han tendido un cerco de silencio en torno a las reivindicaciones de las comunidades en conflicto y a la larga huelga de hambre de los presos políticos mapuche; también han distorsionado groseramente el fondo y la forma de las movilizaciones y acciones de protesta que los mapuche han desplegado. La verdad irrefutable es que la violencia en la Araucanía ha sido protagonizada, fundamentalmente, por los aparatos de seguridad del Estado, mientras que las comunidades agredidas sólo han hecho uso (por lo demás con recursos operativos muy precarios), de su legítimo derecho a la autodefensa.

Convencidos de la necesidad de detener el accionar represivo del Estado en el sur de Chile y reconociendo el legítimo derecho de los pueblo originarios a la restitución de sus tierras usurpadas y a su autonomía social y política, los abajo firmantes convocamos a los historiadores, profesores de Historia y estudiantes de Historia, a manifestar públicamente estas denuncias el próximo martes 7 de septiembre, a las 12.00 horas en el frontis del Archivo Histórico Nacional.

Santiago, 1 de septiembre de 2010.

LISTA DE FIRMANTES AL 1 DE SEPTIEMBRE DE 2010

Sergio Grez Toso, Universidad de Chile.

Igor Goicovic Donoso, Director Magíster de Historia Universidad de Santiago de Chile.

Josep Fontana, catedrático emérito de la Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, Catalunya.

Jorge Pinto Rodríguez, Universidad de la Frontera, Temuco.

Florencia E. Mallon, University of Wisconsin, Estados Unidos.

Julio Pinto Vallejos, Director Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile.

Mario Garcés Durán, Universidad Santiago de Chile, Director ECO Comunicaciones.

Verónica Valdivia, Universidad Diego Portales.

Alberto Díaz Araya, Jefe Carrera de Historia y Geografía Universidad de Tarapacá, Arica.

Nelson Castro Flores, Jefe Carrera de Pedagogía y Licenciatura en Historia y Ciencias Sociales Universidad de Viña del Mar y profesor de la Universidad de Valparaíso.

Alexis Meza Sánchez, Vicerrector Académico Universidad ARCIS.

Claudio Barrientos, Director Escuela de Historia Universidad Diego Portales.

Luis Castro C., Director Carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales Universidad de Valparaíso.

Pedro Rosas Aravena, Director Escuela de Historia y Ciencias Sociales, Universidad ARCIS.

Rodrigo Ruz Zagal, Jefe Archivo Histórico Vicente Dagnino, Universidad de Tarapacá, Arica.

Patrick Puigmal, Director del Programa de Estudios y Documentación en Ciencias Humanas (PEDCH) de laUniversidad de Los Lagos.

Carlos Gutiérrez P., Director Centro de Estudios Estratégicos.

Carlos Molina Bustos, Ministerio de Salud, responsable de la investigación histórica de la Unidad de Patrimonio Cultural del Ministerio de Salud, Chile.

Margarita Iglesias Saldaña, Directora de Relaciones Internacionales Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile.

Sergio Guerra Vilaboy, Presidente de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC) y profesor de la Universidad de La Habana.

Juan Guillermo Muñoz Correa, Universidad de Santiago de Chile.

Pedro Bravo Elizondo, Wichita State University, Kansas, Estados Unidos.

Francisco Peña Torres, Université Paris I, Panthéon- Sorbonne, Francia.

Carlos Contreras Painemal, Universitaat, Berlín, Alemania.

Jorge Magasich, Institut des Hautes Études des Communications Sociales, Bruselas, Bélgica.

José del Pozo, Université de Québec à Montreal, Canadá.

Augusto Samaniego Mesías, Universidad de Santiago de Chile.

Pablo Artaza Barrios, Universidad de Chile.

Pablo Aravena Núñez, Universidad de Valparaíso.

María Olga Ruiz Cabello, Universidad de Chile.

Marcela A. E. Cubillos Poblete, Universidad de La Serena.

Miguel Urrutia, Universidad de Chile.

Patricio Rivera Olguín, Universidad Arturo Prat, Iquique.

Rodrigo Sánchez Edmonson, Universidad de Chile.

Enrique Fernández Darraz, Universidad Alberto Hurtado.

Jaime Massardo, Universidad de Valparaíso.

César Leyton Robinson, Universidad de Chile.

Ángela Vergara Marshall, California State University, Los Angeles, Estados Unidos.

Carlos Ruiz Rodríguez, Universidad de Santiago de Chile.

Robert Austin, University of Melbourne, Australia.

Ernesto Bohoslavsky, Universidad Nacional de General Sarmiento/CONICET, Argentina.

César Cerda Albarracín, Universidad Tecnológica Metropolitana.

Luis Corvalán Márquez, Universidad de Valparaíso.

Susana Bandieri, Universidad Nacional del Comahue/CONICET, Neuquén, Argentina.

Daniel Palma, Universidad ARCIS.

Luis Galdames Rosas, Universidad de Tarapacá, Arica.

José Miguel Castillo Mora, historiador y concejal de Yecla (Murcia) España.

Fabio Moraga Valle, Universidad Autónoma de México, México.

Ernesto Bohoslavsky, Universidad Nacional de General Sarmiento/CONICET, Argentina.

Andrea Riedemann Fuentes, Universidad Libre de Berlín, Alemania.

Alberto Harambour Ross, Universidad Diego Portales.

Leonardo León Solís, Universidad de Chile.

Alfredo Lastra Norambuena, Universidad Arturo Prat, Santiago.

Nicolás Iñigo Carrera, Universidad de Buenos Aires.

Rolando Álvarez, Universidad de Santiago de Chile y Universidad ARCIS.

Iván Ljubetic Vargas, Centro de Extensión Luis Emilio Recabarren.

Jody Pavilack, University of Montana, Estados Unidos.

Carlos Mondaca Rojas, Universidad Arturo Prat, Iquique.

Pedro Canales Tapia, Universidad Pedro de Valdivia, La Serena.

María Eugenia Albornoz, Université de Lille III, Francia.

Claudio Pérez Silva, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Francis Goicovich, Universidad de Chile.

César Cerda Albarracín, Universidad Tecnológica Metropolitana.

Milton Godoy Orellana, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Marcelo Mella, Universidad de Santiago de Chile.

Manuel Fernández Gaete, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Sean Purdy, Universidade São Paulo, Brasil.

Yvette Lozoya López, Universidad de Santiago de Chile.

Maria Paula Nascimento Araujo, Universidade Federal do Rio do Janeiro, Brasil.

Horacio Tarcus, Universidad Nacional de San Martín, Argentina.

Eliana Ceriani Bórquez, Universidad de Valparaíso.

Eduardo Arias Nilo, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación.

Mário Maestri, Universidade Paulista Federal, São Paulo, Brasil.

Franck Gaudichaud, Université Stendhal – Grenoble 3, Francia.

Claudio Díaz Pérez, Universidad de Valparaíso.

Salvador E. Morales Pérez, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México.

Robson Laverdi, Universidade Estadual do Oeste do Paraná, Brasil.

Geni Rosa Duarte, acadêmica Universidade Estadual do Oeste do Paraná, Brasil.

Dina V. Picotti C., Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina.

Karen Alfaro Monsalve, Universidad Austral de Chile.

Viviana Gallardo P., Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Jorge Cernadas, Universidad de Buenos Aires y Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina.

Marcos Fábio Freire Montysuma, Universidade Federal de Santa Catarina/Brrasil, Tesoureiro da Associação Brasileira de História Oral, Brasil.

Steven S. Volk, Professor of History Oberlin College, Oberlin, Ohaio, Estados Unidos.

Cristina Moyano Barahona, Universidad de Santiago de Chile.

Sean Purdy, Universidade de São Paulo, Brasil.

Fanny Barrientos Cruzatt, Universidad de Tarapacá.

María Graciela León Matamoros, Universidad Jaume I Castellón, España.

Eduardo Arias Nilo, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación.

Margaret Power, Illinois Institute of Technology, Chicago, Estados Unidos.

Ariel Arnal, Academia de Historia de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México.

Miguel Valderrama, Universidad ARCIS.

Guadalupe Álvarez de Araya, Universidad de Chile. Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) «Justo Arosemena», Panamá.

Wilda Celia Western, Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Carmen González Martínez, Profesora Titular de Historia, Universidad de Murcia, España.

Marisol Videla, Universidad ARCIS.

Gabriela Domecq, Universidad Nacional de General Sarmiento. Argentina.

Maximiliano Juan Pedrazzini, Universidad Nacional de Misiones. Argentina.

Lorena del Canto Flores, Universidad Bolivariana, sede Iquique.

Consuelo Figueroa, Universidad Diego Portales.

Danny Ahumada Vargas, Universidad de Santiago de Chile.

José Luis Cifuentes Toledo, profesor de Historia, Magíster de Historia y Ciencias Sociales.

Walter Delrio, Universidad Nacional de Rosario/CONICET, Argentina.

Myriam Olguín Tenorio, Universidad Cardenal Silva Henríquez y ECO Comunicaciones.

Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado.

María Cristina Satlari, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.

Germán Adolfo Morong Reyes, Doctor © en Estudios Americanos, Universidad de Santiago de Chile.

Paola A. Ligasacchi, Doctora © en Estudios Americanos, Universidad de Santiago de Chile.

Emilio Gonzalez, Universidade Tecnológica Federal do Paraná, Brasil.

Mónica Gatica, Universidad Nacional de la Patagonia, sede Trelew, Argentina.

Marcos Fábio Freire Montysuma, CFH / Universidade Federale Santa Catarina, Brasil.

Rubén Isidoro Kotler, Universidad Nacional de Tucumán – Asociación de Historia Oral de la República Argentina.

Ana T. Fanchin, Universidad Nacional de San Juan, Argentina.

Marcela Morales Llaña, Doctora © en Estudios Americanos, Universidad de Santiago de Chile.

Valeria Sonia Wainer, Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina.

Lucía Valencia, Universidad de Santiago de Chile.

Robson Laverdi, Universidade Estadual do Oeste do Paraná, Brasil.

Cristina Viano, Universidad Nacional de Rosario, Argentina.

Gustavo Bassin, Instituto Superior de Formación Docente 9-001 «Gral. San Martin». Mendoza. Argentina.

Carolina Andaur, Dra. © El Colegio de México, México.

Robinson Silva Hidalgo, Doctor © en Historia, Universitat de Barcelona, Catalunya.

Ricardo López, Doctor © de Estudios Latinoamericanos Universidad de Chile.

Claudia Rojas Mira, Doctora © en Estudios Americanos, Universidad de Santiago de Chile.

Sandra Castillo Soto, Magíster © en Historia, Universidad de Santiago de Chile.

Francisca Giner Mellado, Magíster © en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile.

Isidora Sáez Rosenkranz, Magíster © en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile.

Claudia Videla Sotomayor, Magister © en Historia, Universidad de Chile.

Andrea Mella Azabache, Magister © en Historia, Universidad de Chile.

Everaldo de Oliveira Andrade, Universidade Guarulhos – São Paulo, Brasil.

Alondra Peirano Iglesias, profesora ayudante del Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos (CEIU), Universidad de la República, Montevideo, Uruguay.

Federico Iglesias, Becario de Docencia de la materia Historia del pensamiento latinoamericano y argentino, Instituto del Desarrollo Humano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina.

Alejandro Brito Peña, Universidad de Concepción.

Carolina González Undurraga, Universidad de Chile.

Renato Hamel Alonso, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Fernanda Del Río Ortiz, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Julián Suzarte Galvez, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Enrique Riobó Pezoa, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Nicolás Sazo Arratia, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Gonzalo Aravena Hermosilla, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Nicolás Penna Vizcaya, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Cinthia Vargas Leiva, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Carlos Rojas Sancristoful, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Soledad Álamos Fuenzalida, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Sebastián Rico Díaz, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Elena Romero Pérez, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Andrés Rojas Böttner, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Juan Maureira Moreno, Corporación Chilena de Estudios Históricos.

Sebastián Leiva Flores, Universidad ARCIS y Universidad de Santiago de Chile

19
Ago
10

La huelga de hambre de los presos políticos mapuches y el pueblo de Chile

En la página Web de El Ciudadano, aparece un inserto del historiador Sergio Grez Toso (1), en él, hace un llamado de atención ante el sistemático ocultamiento de los medios de comunicación sobre la huelga de hambre que sostienen 32 prisioneros políticos mapuches (2), que demandan al  Estado chileno por un trato digno e igualitario ante la ley (3). Por la importancia que el tema reviste, reproduzco íntegramente los dichos del destacado historiador.

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La huelga de hambre iniciada el 12 de julio por los presos políticos mapuches de las cárceles de Concepción y Temuco, a la que se sumaron en pocos días otros pu weichafe (guerreros) recluidos en los presidios de Angol, Lebu y Valdivia, hasta totalizar más de una treintena de hombres resueltos a los más grandes sacrificios por lograr su libertad y la de su pueblo, ha puesto a prueba a todos los sectores sociales y políticos de Chile.

Aunque no es extraño que para el Gobierno, los principales medios de comunicación, el gran empresariado, los partidos sistémicos y los aparatos de Estado, esta huelga constituya un “no acontecimiento” y por ende sea silenciada (¡el propio Ministro de Justicia declaró al cabo de un mes no saber nada al respecto!), resulta vergonzosa la indiferencia de gran parte de la opinión pública nacional, de muchas organizaciones sociales, de gente de izquierda y de intelectuales que normalmente aparecen asociados a la defensa de los Derechos Humanos. Si bien es cierto que el cerco mediático tendido por los consorcios que controlan los medios de información, especialmente la TV y la prensa escrita de tiraje nacional, ha creado una cortina de silencio y de invisibilidad en torno a la cruel realidad sufrida por el pueblo mapuche y sus más decididos luchadores, esto no excusa el mutismo de quienes por historia, tradiciones, declaraciones de principios y representatividad social, deberían hacer oír sus voces de manera potente. Ello no ha ocurrido. Solo los medios de información “alternativos”, dos o tres radioemisoras de cobertura nacional, un grupo minúsculo de parlamentarios, unas cuantas organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, además de numerosos colectivos políticos y sociopolíticos de la vasta franja (especialmente juvenil) no representada en la institucionalidad política, y un puñado de personas de buena voluntad, han sido las excepciones que han salvado un poco el honor y dignidad del anestesiado pueblo chileno.

Mucha gente en la izquierda, la intelectualidad progresista y en el mundo asociativo popular ha callado o se ha limitado a declaraciones rituales sin desplegar sus fuerzas, capacidades e influencias para detener la acción represora del Estado chileno contra este pueblo originario. Parece que no se entiende que las reivindicaciones levantadas por los presos políticos mapuches –no aplicación de la Ley Antiterrorista en las luchas sociales, desmilitarización de la Araucanía, no al doble juzgamiento (justicia civil y justicia militar) por los mismos hechos constitutivos de presuntos delitos, inhabilitación de los “testigos sin rostro” pagados por las fiscalías para incriminar a los acusados, garantías de justo proceso, término de las abusivas prácticas de “detenciones preventivas” que permiten a los fiscales mantener discrecionalmente encarcelados durante años a un acusado aunque no haya sido pronunciada una condena en su contra, entre otras- conciernen a todos los habitantes de la República de Chile. Numerosas personas no logran advertir que la lucha mapuche trasciende los intereses específicos de ese pueblo-nación ya que la defensa del medioambiente, de los Derechos Humanos y de las libertades democráticas son causas universales que deben ser abrazadas en toda circunstancia y lugar. En realidad, lo que estos sectores no alcanzan a percibir, es que la lucha mapuche por la recuperación de sus tierras ancestrales usurpadas bajo el amparo de la ley y de la fuerza del Estado de Chile, es parte de las causas de la humanidad progresista por salvar al planeta, a la especie humana y a las demás especies de una destrucción segura si no se detienen y revierten las consecuencias de un modelo económico productivista y depredador de los recursos naturales y humanos. Enfrascados en sus particulares problemas sectoriales o gremiales, con sus organizaciones sociales destruidas, atomizadas o debilitadas por la implementación implacable del modelo neoliberal durante varias décadas consecutivas, desinformados sistemáticamente por los medios de comunicación de masas y sufriendo una anomia de representación política sin par desde hace más de un siglo, los sectores populares chilenos -salvo muy contadas y honrosas excepciones- han manifestado una indiferencia atroz ante el drama que desangra a uno de los pueblos matrices de su propia existencia. ¿Por qué razones quienes dicen ser sus portavoces y representantes no impulsan la movilización, por ejemplo, contra la Ley Antiterrorista heredada de la dictadura y aplicada profusamente por los gobiernos de la Concertación y el actual gobierno? ¿Esta apatía y quietismo se explica solo por el clima generalizado de despolitización que afecta a la sociedad chilena o es también el resultado, cuando se trata de la “cuestión mapuche”, de cierta dosis de inconfesado e inconfesable racismo?

Entretanto, las comunidades indígenas “en conflicto” han continuado sus movilizaciones y la huelga de hambre de los presos políticos mapuches ha entrado en una fase en que la vida de esos pu weichafe corre serio peligro. Para ello solo han contado con sus propias fuerzas y la ayuda de los pocos chilenos que han apoyado –por solidaridad, conciencia y dignidad- la causa mapuche. Estos chilenos dignos también lo han hecho porque saben que, como certeramente señalaba un gran pensador revolucionario del siglo XIX, “un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre”. El recorte a las libertades individuales y a los derechos sociales; las desmesuradas e indebidas facultades de la Justicia militar; la acción abusiva de fiscales todopoderosos que no trepidan en recurrir a montajes y pagar testigos para “probar” sus acusaciones, que prohíjan torturas y tratos vejatorios, que extienden –a la manera del fiscal Ljubetic– su delirio persecutorio en contra de los familiares y amigos de los acusados, que ponen cortapisas al derecho a una adecuada defensa, y que encabezan campañas mediáticas para crear un ambiente propicio para que la opinión pública acepte condenas de hasta más de un siglo de presidio por supuestos delitos en los que no se produjeron víctimas fatales, son amenazas contra los derechos democráticos, que el pueblo chileno tarde o temprano experimentará en carne propia. Es de esperar que el efecto adormecedor del modelo neoliberal y del “pensamiento único” que impera desde hace varias décadas en la República de Chile se disipe antes de que sea demasiado tarde.

Notas

1.- Licenciado en Historia (1980) y Magíster en Historia (1982) por la Université de Paris VIII, Francia. Obtuvo el doctorado en Historia en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de Paris, Francia (1990). Profesor de la Universidad de Chile, Director Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna, Director del Magíster en Historia y Ciencias Sociales de la Universidad ARCIS.

2.- Listado al 12 de julio de 2010 (falta un nombre): 1. Mauricio Waikilao Waikilao, Comunidad Juan Katrilaf II, Lof Yeupeko Prisión preventiva desde el 5 de febrero del 2009. – Ley anti terrorista, (Procesado por más de una causa) 2. Luís Sergio Tralcal Quidel Comunidad Juan Katrilaf II, Lof Yeupeko Prisión preventiva desde el 5 de agosto del 2009 – Ley antiterrorista (Procesado por más de una causa)
3. Pablo Canio Tralcal, Comunidad Juan Katrilaf II, Lof Yeupeko Prisión preventiva desde el 27 de octubre del 200. Ley antiterrorista. 4. Pedro Cheuque Comunidad Juan Katrilaf II, Lof Yeupeko Prisión preventiva desde el 25 de octubre del 2009 Ley antiterrorista. 5. Sergio Catrilaf Comunidad Juan Katrilaf II, Lof Yeupeko Prisión preventiva desde el 25 de octubre del 2009 Ley antiterrorista. 6. Daniel Canio Tralcal Comunidad Juan Katrilaf II, Lof Yeupeko Prisión preventiva desde el 27 de octubre del 2009 – Ley antiterrorista, (Procesado por más de una causa) 7. Ángel Reyes Cayupan Comunidad Mateo Ñirripil, Lof Muko Prisión preventiva desde el 28 de noviembre del 2009 – Ley antiterrorista, (Procesado por más de una causa) 8. Jorge Cayupan Ñirripil Comunidad Mateo Ñirripil, Lof Muko Prisión preventiva desde el 12 de febrero del 2010 – Ley antiterrorista, (Procesado por más de una causa). 9. Francisco Cayupan Ñirripil Comunidad Mateo Ñirripil, Lof Muko Prisión preventiva desde el 13 de marzo del 2010 – Ley antiterrorista, (Procesado por más de una causa). 10. Elvis Millán Colicheu Comunidad Mateo Ñirripil, Lof Muko Prisión preventiva desde el 3 de diciembre del 2009 – Ley antiterrorista, (Procesado por más de una causa). 11. Eliseo Ñirripil Comunidad Mateo Ñirripil, Lof Muko Prisión preventiva desde el 17 de enero del 2010 – Ley antiterrorista, (Procesado por más de una causa). 12. Marco Millanao Mariñan Comunidad Pascual Coña, Lleu Lleu Prisión preventiva desde el 15 de agosto del 2009 – Ley antiterrorista, (Procesado por más de una causa). 13. Claudio Sánchez Lorca Red de apoyo de Temuco Prisión preventiva desde el 25 de octubre del 2009. Ley antiterrorista. 14. Ramón LLanquielo Pilquiman, Comunidad Puerto Choque, Tirua, Prisión preventiva desde el 11 de abril del 2009 – Ley antiterrorista, (Procesado justicia militar y civil). 15. Luis Menares Chanilao, Comunidad Nalcahue- Chol Chol Prisión preventiva desde el 11 de abril del 2009 – Ley antiterrorista, (Procesado justicia militar y civil). 16. José Huenuche Reiman, Comunidad Puerto Choque, Tirua Prisión preventiva desde el 11 de abril del 2009 – Ley antiterrorista, (Procesado justicia militar y civil). 17. Héctor Llaitul Carrillanca, Sector San Ramón, Tirua Prisión preventiva desde el 15 de julio del 2009 – Ley antiterrorista, Procesado justicia militar y civil, (Procesado por más de una causa). 18. Jonathan Huillical Mendez, Sector Lonquimay Prisión preventiva desde el 14 de abril de 2009 – Ley antiterrorista, Procesado justicia militar y civil. 19. Andrés Gutiérrez Coña, Comunidad Cristóbal Relmul, Nueva Imperial Prisión preventiva desde el 5 de marzo del 2009 Ley antiterrorista. 20. Waikilaf Cadin Kalfunao, Desde el miércoles 21 de Julio Comunidad Juan Paillalef, Cunco Prisión preventiva desde el 13 de mayo del 2010 Infracción a la Ley de armas. 21. Victor Llanquileo P. Desde el miércoles 21 de Julio. Comunidad Puerto Choque, Tirua Prisión preventiva desde el 26 de noviembre del 2009. Ley antiterrorista. Desde el lunes 26 de Julio. 22. Víctor Hugo Queipul Millanao Comunidad Autónoma Temucuicui. Prisión preventiva desde el 15 de octubre del 2009 Ley antiterrorista
23. José Eugenio Queipul Huaiquil Comunidad Autónoma Temucuicui. Prisión preventiva desde el 17 de octubre del 2009 – Ley antiterrorista, (Procesado por más de una causa). 24. Camilo Tori Quillanao Comunidad Autónoma Temucuicui. Prisión preventiva desde el 15 de octubre del 2009 Ley antiterrorista. 25. Felipe Ricardo Huenchullan Cayul Comunidad Autónoma Temucuicui. Prisión preventiva desde el 15 de octubre del 2009 Ley antiterrorista. 26. Lorenzo Alex Curipan Levipan Comunidad Mapuche Rankilko. Detenido el 26 de octubre del 2009 Condenado el 21 de julio del 2010 a 5 años por incendio a Fundo El Carmen, (sept. 2009). 27. Fernando Enrique Millacheo Marin Comunidad José Millacheo de Newen Mapu-Chequenco. Prisión preventiva desde el 10 de junio del 2010.
28. José Guillermo Millacheo Marin Comunidad José Millacheo de Newen Mapu-Chequenco. Prisión preventiva desde el 10 de junio del 2010. 29. Eduardo Oses Moreno Simpatizante y amigo de la causa Mapuche. Prisión preventiva desde el 6 de Sept. del 2009. 30. Carlos Muñoz Huenuman Comunidad Venancio Ñeguey de Choque, Tirúa Prisión preventiva desde el 8 de abril del 2009 Ley antiterrorista
31. Eduardo César Painemil Peña Comunidad Huentelolen, Cañete Prisión preventiva desde el 15 de agosto del 2009 – Ley antiterrorista, (Procesado por más de una causa).
3.- Exigencia de los presos políticos mapuches: 1.- el fin de la Ley antiterrorista, la cual sólo se aplica a los Mapuche.2.- Libertad a todos los presos políticos Mapuche.3.- Fin al doble procesamiento civil y militar en causas Mapuche. 4.- Desmilitarización de las comunidades Mapuche en conflicto con empresas forestales y latifundistas.5.- No a los proyectos mineros en el Lago Lleu Lleu. 6.- Encarcelamiento inmediato a los testigos protegidos que se encuentran confesos de los delitos investigados por la Fiscalía y cuyas declaraciones mantienen presos a comuneros Mapuche.

30
Oct
09

“… no podemos callar ante los graves sucesos que están ocurriendo en la Araucanía «

El pasado 21 de octubre, en el auditorio de la Universidad Alberto Hurtado se realizó el seminario: Justicia Militar en Causas Mapuche. En el evento, que contó con la participación de los abogados Alberto Espinoza(1) y José Galiano (2), el periodista Nibaldo Mosciatti (3) y el historiador Sergio Grez (4), se abordó la situación de los 15 comuneros mapuches que hoy en día se encuentran procesados por la ley antiterrorista.

En esta oportunidad, quiero presentar la reflexión de Sergio Grez Toso, quien abordó el tema no sólo como historiador sino principalmente como ciudadano.

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“… no podemos callar ante los graves sucesos

que están ocurriendo en la Araucanía «

He sido invitado a este Seminario por haber sido uno de los impulsores de dos declaraciones y manifestaciones de historiadores en apoyo al pueblo mapuche: la primera, con motivo del asesinato por la espalda del comunero mapuche Matías Catrileo (5) cometido por un Carabinero en enero de 2008, y una segunda declaración en agosto de 2009, luego de un nuevo asesinato por la espalda cometido por Carabineros de Chile contra la persona de otro comunero mapuche, Jaime Mendoza Collío (6), declaración a la que se sumó una manifestación de protesta de historiadores, profesores de Historia y alumnos de carreras de Historia, en las calles de Santiago el 10 de septiembre del presente año. Sin despojarme de mi condición de historiador (no especializado en la cuestión mapuche), en esta ocasión hablaré sobre todo como ciudadano. Porque como ciudadano (cualquiera sea mi especialización en tanto historiador) no puedo callar, no podemos callar ante los graves sucesos que están ocurriendo en la Araucanía.

Día a día las comunidades mapuches que luchan por recuperar sus tierras son rodeadas, hostigadas, allanadas y violentadas por las fuerzas policiales del Estado chileno. Día a día hombres, mujeres y niños mapuches son maltratados, insultados, humillados, golpeados, arrastrados y detenidos por Carabineros y la Policía de Investigaciones. Algunos, como Matías Catrileo y Jaime Mendoza Collío son asesinados por la espalda. Los helicópteros policiales vuelan día y noche por sobre las tierras de estas comunidades. Los mapuches sufren controles de identidad abusivos, vejatorios. Sus luchas son criminalizadas y judiciliadizadas por el gobierno y el poder Judicial, y son deformadas y condenadas por la prensa (salvo contadas y honrosas excepciones) y por los partidos políticos con representación parlamentaria. Los militantes más activos y combativos de la causa mapuche son perseguidos, maltratados, torturados, encarcelados y sometidos a 2 procesos tanto por la Justicia Civil como por la Justicia Militar. A ellos se les aplica la Ley Antiterrorista heredada de la dictadura Militar y utilizada profusamente bajo los gobiernos de la Concertación. Cuando una causa criminal parece no prosperar (por insuficiencia o debilidad de pruebas), los fiscales civiles y militares (respondiendo a las insinuaciones del gobierno), se afanan en inventar nuevas acusaciones para poder retenerlos largos períodos en prisión. Es lo que está ocurriendo con Héctor Llaitul (7), dirigente de la Coordinadora Arauco- Malleco (CAM) (8) a quien le comunicaron en   estos últimos días la apertura de un nuevo proceso. Cada causa significa hasta nueve meses de prisión preventiva mientras dura la investigación.

Este proceder de los fiscales me recuerda las “condenas clandestinas” que pronunciaba la DINA (9) durante la dictadura de Pinochet. Aunque nunca tuvimos la prueba formal de ello, en 1975, cuando estábamos en el campo de concentración de Puchuncaví circulaba insistentemente entre los presos políticos el rumor acerca de estas “condenas” informales decididas por la policía política de la dictadura. Como no éramos sometidos a proceso ya que habíamos sido arrestados de manera absolutamente arbitraria y discrecional, la DINA decidía nuestro futuro determinando cuantos meses o años debíamos permanecer “fuera de circulación”. Algo similar parece que está ocurriendo con el procedimiento de los fiscales contra los presos mapuches… Entretanto, el gobierno de la Presidenta Bachelet ofrece “diálogo”, envía su ministro Viera Gallo a la Araucanía, pero anuncia que las comunidades que amparen a los “violentistas” no serán beneficiadas con la entrega de tierras. De esa manera se pretende dividir al movimiento mapuche aislando a los “malos” de los “buenos”. Para completar el panorama, los grandes propietarios de la zona forman cuerpos paramilitares de “guardias blancas” patronales para reprimir al pueblo mapuche, tal como ha sido anunciado con la creación del Comando Hernán Trizano (10). Todo esto nos lleva a concluir que el Estado de Chile y los grandes propietarios de la zona, beneficiarios de la usurpación histórica de los territorios mapuches, están empezando a implementar una estrategia de 3 guerras de baja intensidad en el Wallmapu para quebrar la resistencia mapuche.

Los métodos empleados así lo indican: militarización del territorio mapuche a través de la Instalación permanente de la policía militarizada de Carabineros en las zonas más álgidas del conflicto para actuar como guardia pretoriana de los empresarios; violencia policial creciente contra las comunidades; cerco mediático (salvo honrosas excepciones como Radio Bío-Bío); acción de una vasta red de espionaje y soplonaje, intervención de correos electrónicos y escuchas telefónicas (incluyendo a los abogados defensores de los presos políticos mapuches), etc. A ello se suma la aplicación sistemática de la Ley Antiterrorista heredada de la dictadura y utilizada profusamente por los gobiernos de la Concertación junto a la doble acción de fiscales civiles y militares.

¿Qué significa en concreto la intervención de la Justicia Militar en las causas mapuches?

Significa, entre otras cosas, que un imputado puede estar detenido hasta por cinco días sin real expresión de causa, incomunicado, arraigado, prontuariado, con prisión preventiva indefinida; que esta persona ve suspendidos sus derechos ciudadanos, que no puede conocer el sumario secreto, y que la investigación puede tardar los años que el Fiscal determine que sean necesarios para el cierre del sumario. Estas facultades excesivas de la Justicia Militar chilena ha sido objeto de numerosas críticas, especialmente por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Según este organismo, en un Estado democrático de Derecho la jurisdicción penal militar ha de tener un alcance restrictivo y excepcional, de acuerdo con lo planteado por muchos juristas, según los cuales la Justicia Militar debe ocuparse exclusivamente de velar por ciertos valores del ámbito militar como disciplina, jerarquía y seguridad militar. De lo que se desprende que los tribunales militares solo deben conocer delitos de función cometidos por militares en servicio activo y que en ninguna circunstancia los civiles pueden ser sometidos a la jurisdicción de los tribunales militares.

Chile se encuentra en las antípodas de estos principios.

A diferencia de lo que ocurre en la inmensa mayoría de los Estados democráticos de derecho en los cuales los tribunales militares solo conocen aquellos delitos que por la naturaleza de los bienes jurídicos penales castrenses son estrictamente militares y constituyen conductas graves cometidas por militares que atenten contra esos bienes jurídicos, en Chile los poderes de estos tribunales son extensísimos. A ello se agrega el hecho de que la Justicia Militar chilena en tiempos de paz vulnera la imparcialidad e independencia que deben tener los tribunales por su estructura y composición. Porque los integrantes de los tribunales militares son militares en servicio activo que están subordinados jerárquicamente a sus superiores a través de la cadena de mando, porque no cuentan con garantías suficientes de inamovilidad y no poseen una adecuada formación jurídica. La imparcialidad de estos jueces también se ve afectada porque el Fiscal concentra las funciones de investigar, acusar y juzgar (característico de los sistemas inquisitivos, escritos y de prueba reglada). Como si fuera poco, el procedimiento penal militar significa una merma significativa de las garantías judiciales porque los tribunales militares no garantizan que los juicios sean públicos al no prever una etapa oral, desarrollándose los procesos de manera inquisitoria con una etapa preliminar sumaria, secreta y escrita.

Estas normas, impropmapuches_463ias de un Estado de Derecho democrático, son las que el Estado chileno está aplicando sistemáticamente contra los luchadores mapuches Es necesaria una enérgica reacción de todos quienes viven en este país, winkas, mapuches y demás pueblos originarios, para frenar los preparativos de la guerra de baja intensidad que el Estado de Chile está empezando a implementar en la Araucanía. Hoy son los mapuches, mañana será cualquier grupo o sector social que se levante de manera decidida para luchar por sus derechos.

 

Notas

1.- Alberto Espinoza Pino. Abogado, Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad de Chile. Diplomado Reforma Procesal Penal, Universidad Alberto Hurtado. Especialista en DD.HH. FASIC.

2.- José Galiano H. es Abogado de la Universidad de Chile. Ejerce como abogado desde 1956, combinando el ejercicio libre de su profesión -preferentemente en materias penales – con la docencia en diversas universidades. Fue Presidente de la rama chilena de la Asociación Americana de Juristas entre 1988 y 2000. Ha publicado ‘Economía de Defensa’ [1958]; ‘Derechos humanos’ [dos tomos, 1996]; Mensaje a los biznietos [2002]; Etica Social, Etica Jurídica [2004].

3.- Nibaldo Mosciatti es uno de los más prominentes periodistas de su generación. Comenzó su trabajo profesional en Radio Chilena, donde realizó un interesante trabajo de reporteo alejado de los canales oficiales de información entregados por la dictadura. En 1985 entra a Revista APSI donde comparte escritorios con Andrés Braithwaite, Francisco Mouat y Milena Vodanovic. Fue parte del equipo fundador del programa televisivo El Mirador de TVN, donde trabajó 5 años, panelista del programa Plaza Italia del desaparecido canal Rock and Pop y columnista del diario electrónico El Mostrador, entre otras actividades. Es director de Radio Bío-Bío.

4.- Sergio Grez Toso, historiador, Profesor de la Universidad de Chile, Director Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna, Director del Magíster en Historia y Ciencias Sociales de la Universidad ARCIS.

5.- Matías Valentín Catrileo Quezada (Victoria, Chile 11 de septiembre de 1985 – 3 de enero de 2008) fue un estudiante universitario mapuche de Chile fallecido mientras participaba en una toma de un fundo agricola el 3 de enero de 2008 en un enfrentamiento con personal del Grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPE) de Carabineros de Chile que custodiaban el lugar. Su muerte generó el rechazo de organismos de derechos humanos y diversas manifestaciones que se realizaron en varias ciudades de Chile.

6.- Jaime Facundo Mendoza Collio (24 años), era miembro de la Comunidad Requem Pillan de la comuna de Ercilla. El pasado 12 de Agosto participaba de la ocupación pacífica del Fundo San Sebastián cuando recibió un impacto de bala por parte de un efectivo del Grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPE) de Carabineros. El comunero, padre de un niño de 4 años, recibió el disparo de una pistola 9 mm tras resistir la arremetida policial y refugiarse al interior de la comunidad Requén Cabrapan, colindante con el fundo en disputa.

7.- Héctor Javier Llaitul Carrillanca (1969 ó 1970-) es un dirigente mapuche, líder de la Coordinadora Arauco-Malleco, organización mapuche conocida por sus reivindicaciones territoriales, denominadas recuperaciones de tierras en la Araucanía chilena. Llaitul fue acusado de planificar y realizar atentados incendiarios en las regiones en la VIII y IX regiones. Fue procesado y formalizado por la fiscalía de Nueva Imperial sobre la base del testimonio de Roberto Painemil, que habría sido obtenido bajo tortura, y fue absuelto de los cargos en junio de 2008. Estuvo bajo arresto desde el 21 de febrero de 2007.

8.- La Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco – Malleco, (CAM), es una organización que reivindica y defiende a la etnia mapuche del Estado chileno. Es conocida por sus luchas contra las forestales madereras que operan en el antiguo territorio mapuche, «recuperaciones de tierras» a fundos que usurparon territorios mapuches y por sus enfrentamientos contra la policia chilena. La misma fue fundada en el año 1998, en Tranaquepe, Chile, y se le considera responsable de una serie de acciones de fuerza en la zona de Tirúa, Contulmo, Cañete y Temucuicui, desde 1996.

9.- La Dirección de Inteligencia Nacional, más conocida por su acrónimo DINA, fue la policía secreta chilena durante el período inicial del régimen militar de Augusto Pinochet, siendo uno de los elementos más significativos del aparato represor de la dictadura.

10.- Es un grupo paramilitar anti-mapuche que opera en el sur de Chile. Su nombre es en honor al capitán Pedro Hernán Trizano Avezzana, organizador del Cuerpo de Gendarmes de las Colonias cuya misión era vigilar la seguridad en provincias del sur de Chile y el cuidado de las reservas forestales para impedir que éstas fueran destruidas por labradores clandestinos.